Les voy a contar mi historia, que es la historia del Snack, porque no podría comenzar este blog de otra manera y porque me gusta contar, un poco por el exceso de energía y un poco también porque ajá, porque chévere. Pero contar mi historia es contar algo que me contaron. Los que me contaron lo que me contaron son expertos en sostenibilidad. Y me contaron que el dióxido de carbono equivalente (Co2e) es una medida universal que indica el potencial de los gases de efecto invernadero para generar calentamiento en la atmósfera. La pongo fácil: son esos gases que absorben la energía del sol y la mantienen en el planeta aumentando su temperatura.
A ver, a ver. Sí, sí. Ya sé que el calor es indispensable para la vida. Peeeero, como con el alcohol, el exceso resulta perjudicial para la salud, en este caso para la de la tierra. Gravísimo. Por eso hay un interés de los países a nivel global por reducir sus emisiones (otro tema, ya sé).
Lo que es preocupante (ya voy a llegar a lo que prometí, mi historia, paciencia) es que llevamos varios años por encima de la cifra máxima posible (485 moléculas de Co2e por cada millón de moléculas de aire). De seguir así, vamos derechito a una catástrofe ambiental. Y no, no estoy exagerando. Por eso, ahora se propone el objetivo de llegar a economías de cero emisiones. Llegamos al punto en el que la reducción de gases ya no es suficiente.
Entooonces, a lo que vinimos vamos: la industria de café en Colombia desperdicia mucho. La pulpa y la cáscara de la cereza casi siempre terminan en ríos o campos: basura. Y muy pocas veces se utiliza como abono. ¿En serio? Sí, vea le cuento: para obtener una carga de café verde de 125 kilos, se producen 600 kilos de cereza. Es decir, hay un desperdicio de 475 kilos de pulpa y cáscara: y esto genera alrededor de 83.4 MT (toneladas métricas) de Co2e, de lo que hablaba al principio, ¿sí me pusieron atención?
Ojo al dato: en la producción global de café, año a año, se generan alrededor de 16.6 millones de MT de Co2e. Madre mía.
Ahora sí, mi historia, mi razón de ser, alegría. De ese contexto nace la idea de crear un producto que aporte a la eliminación de emisiones, aproveche el desperdicio y ofrezca a los consumidores algo innovador y diferente. Es decir, yo, o el Sloth Snack (un tema de marca): somos una barra de café que aprovecha el 100% de la producción cafetera para ofrecer una nueva forma de consumir café. El 100%, sí, una locura, ¿ya la probaron? Aquí vamos, de a poquito, pero no tan poquito, contribuyendo al cambio de paradigma, otro contexto es posible, prueba el Sloth Snack (ese final como de publicidad televisiva). Pero en serio, ¿qué están esperando?
Volveré pronto con más historias y chismes. Nos vemos.
El Sloth (el oso perezoso)
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